Las mafias cambian sus rutas: más de 2.000 kilómetros y dos semanas de travesía - Los barcos se separan de la costa hasta 500 kilómetros para esquivar la vigilancia - El sur de Senegal, Mauritania, Guinea Bissau y Conakry, los puntos de partida.
Rocío Ruiz Dakar- «¿Por qué me haces esto? Mi mujer y mis hijos se mueren de hambre. Necesito ir a España», cuenta un guardia civil que le espetó malhumorado un inmigrante, nada más ser interceptado en un cayuco a pocas millas de la costa senegalesa. «Si no te hubiera encontrado, habrías muerto», le respondió el agente. Y es que las posibilidades de fallecer en el intento aumentan. Y no sólo por las amenazadoras aguas del Atlántico a la altura de Mauritania, sino porque las rutas de la inmigración clandestina ganan kilómetros a medida que la vigilancia se intensifica y convierten la travesía en una auténtica proeza.
No hay datos que lo confirmen, pero algunos guardias civiles que participan en las labores de vigilancia de la inmigración irregular dan por hecho que dos de cada tres cayucos que salen de Senegal no llegan a su destino. La ruta más larga y una de las más frecuentada últimamente tiene 2.040 kilómetros, y tarda en recorrerse al menos 15 días, según los cálculos del Centro de Coordinación Regional de la Inmigración de Canarias. Es una de las más peligrosas y se conoce como la «ruta del Oeste». Los cayucos parten de Guinea Bissau o Conakry y se separan en perpendicular a la costa 580 kilómetros para esquivar la vigilancia policial en algunas zonas, hasta alcanzar Cabo Verde, un lugar donde aprovechan para repostar. Desde allí, ponen rumbo a Canarias, lo que suponen 1.460 kilómetros más de viaje. Otra modalidad para esquivar la vigilancia policial es salir en perpendicular a cien millas de la costa, después ponen rumbo norte destino Noadibú (Mauritania), donde se abastecen de combustible para enfilar camino hacia las Islas Canarias.
La última modalidad detectada por la Guardia Civil es remontar a pie Senegal y Mauritania desde el interior para, después, dar el salto a Canarias desde algún punto del Sahara Occidental, como Ad-Dajla, Cabo Bojador, Lemsid o El Aaiún. En este caso, recorren unos 1.500 kilómetros desde la ciudad senegalesa de Dakar. La ruta tradicional y la que más se había utilizado hasta ahora consiste en bordear la costa, pero las mafias de la inmigración ya han detectado que la vigilancia policial se ha intensificado y tienen menos posibilidades de lograr su objetivo con éxito.
De los kilométricos caminos que conducen a Europa y la penosidad de la travesía detectada por la Guardia Civil también tiene constancia Cruz Roja, que alertó recientemente de las condiciones de salud cada vez más extremas en las que llegan los inmigrantes que logran conseguir su objetivo.
Precisamente, muchas de las muertes se han levitado porque las embarcaciones han sido interceptadas al comienzo de la travesía. En 2007, el 44 por ciento de las embarcaciones detectadas se encontraban en territorio africano cuando fueron localizadas. Estas intervenciones «tempranas» se realizaron por los efectivos y medios aportados por el Ministerio del Interior y la Agencia Europea de Control de Fronteras.
España dispone en Mauritania de un dispositivo de vigilancia permanente para controlar la inmigración irregular, compuesto por la patrullera «Río Duero», un helicóptero de la Guardia Civil, un barco, el «Britannia», adquirido recientemente por Interior, y un avión. Además, España ha donado al país africano cuatro patrulleras ligeras que llevan tripulación española y mauritana. Nuestro país corre con los gastos de mantenimiento de los vehículos. Incluso, paga el coste de la gasolina.
En Senegal, las labores de vigilancia las desempeñan dos patrulleras («Río Ara» y «Río Cabriel»), un helicóptero del Cuerpo Nacional de Policía y un barco, el «Río Miño», el primer buque oceánico que desde hace menos de una semana está operativo en Senegal. Además, intervienen aviones italianos o de otras nacionalidades cuando hay operaciones puntuales puestas en marcha por la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex). España también ha donado al país africano dos patrulleras. En todos estos casos, además de los agentes españoles, también viajan gendarmes senegaleses, ya que las fuerzas de seguridad españolas no tienen competencia alguna fuera del territorio español.
Cavo Verde dispone de un avión del Ejército del Aire y un barco del Ministerio del Interior. Por último, la vigilancia en las costas canarias para detectar y controlar las llegadas de cayucos está reforzada por cuatro buques permanentes, tres patrulleras y un helicóptero.
Campañas en autobuses
La Guardia Civil cree que todos estos medios, aportados casi exclusivamente por España, las repatriaciones que se realizan de los inmigrantes a sus respectivos países de origen cuando llegan a costas españolas, las ayudas al desarrollo y las recientes campañas de información que se difunden en la televisión y en los autobuses de países africanos como Senegal, la posibilidad que ofrece el ordenamiento jurídico español de poder imponer duras penas a los patronos de las embarcaciones de inmigrantes y la meteorología, son los causantes de que el número de llegadas clandestinas a Canarias se haya reducido un 65,46 por ciento con respecto a las más de 31.000 llegadas registradas en 2006, que supusieron cifras récord. El número de embarcaciones interceptadas también se ha reducido un 66,17 por ciento. Sólo en agosto de 2006 y el mismo mes de 2007 han sido 1.635 las operaciones que se han llevado a cabo en tierra en países africanos para combatir la inmigración irregular.
El número de fallecidos en la «fosa» del Atlántico también se ha reducido proporcionalmente, según los datos objetivos de los que dispone el Instituto Armado. En lo que llevamos de 2007 se han contabilizado 277 muertos entre los confirmados y estimados por la Guardia Civil, frente a los 983 detectados en 2006. Casamance, al sur de Senegal, Guinea Bissau y Conakry, Noadibú (Mauritania) y las costas del Sahara, se consolidan como principales puntos de partida de la inmigración irregular.
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