domingo, 4 de noviembre de 2007

Inmigración: pasen, señores, pasen

La residencia de los habitantes de España será muy pronto una enorme red de residencias de ancianos. Según el último informe del Comité de Población de la ONU, dentro de medio siglo los españoles seremos (yo espero estar aún por aquí) el pueblo más envejecido del planeta, con una edad media de 61 años, la edad perfecta para deplorar y llorar por todo lo que no se hizo. Y lo que no se hizo fueron hijos.

Ni siquiera los hemos hecho en número suficiente para asegurar el relevo generacional, y hace ya demasiados años que en España hay muchos más funerales que bautizos, y el desastre demográfico no es que se vea venir, es que ya está llamando a la puerta. ¿Lo ha traído la píldora, el «póntelo, pónselo», el trabajo de la mujer fuera del hogar, la desgana del hombre dentro?

El caso es que si continuamos con la actual tendencia (que consiste en tenderse no con fines reproductivos, sino meramente placenteros) se necesitarán del orden de 263.000 inmigrantes anuales para mantener nuestra tasa de actividad. Tendremos que darles asilo a todos los peregrinos y, de seguir así las cosas, les llevaremos a los pasajeros de las pateras y de los cayucos los papeles en regla hasta la misma orilla, y les diremos: pasen, señores, pasen, están en su casa. España ya es la octava potencia económica mundial. Aquí somos nuevos ricos (de los pobres ya hablaremos otro día). Aquí se venden 6.300 coches diarios, nos acabamos de gastar 1.463 millones de euros en las rebajas de verano, los fines de semana, los restaurantes, las sidrerías, los pubs y los bares de copas están a reventar hasta altas horas de la madrugada, en cualquier puente (aquí hacemos hasta viaductos) miles y miles de hoteles llenan todas sus habitaciones, y en las autovías y autopistas nos encontramos con atascos kilométricos en la ida y en la vuelta. Y qué decir del AVE y los aeropuertos, abarrotados cada dos por tres. Esto es España.

Parece ser que aquí ya detestamos los trabajos que exigen agacharse, incluso algunos, los más placenteros, que sólo requieren tumbarse, y por eso necesitamos que vengan refuerzos por doquier. Los racistas y los xenófobos van a estar de enhoramala. Y lo dicho, otro día hablaremos de los pobres que aún quedan por aquí, porque esto es España, y aquí o vivimos a lo grande, o aparentamos o vegetamos.

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