Los médicos pediatras alertan del aumento de pacientes y de la falta de especialistas para atender a una población infantil en aumento.
BELÉN GARCÍA
Tres de cada cuatro nacidos en la provincia son hijos de inmigrantes. Aumenta la población infantil y faltan médicos por lo que más de un 30 por ciento de las plazas de Pediatría de la provincia de Alicante no están ocupadas por especialistas, lo que conlleva que un elevado porcentaje de niños alicantinos no sean atendidos por pediatras sino por otros médicos generalistas sin formación específica, según informó ayer el presidente del Comité Científico de la Sociedad Valenciana de Pediatría, Javier González de Dios, que celebra su reunión anual en Benidorm.
De hecho, Alicante es la provincia con mayor número de inmigrantes de España, un 18,5 por ciento de la población, frente al 12,5% de la Comunidad Valenciana y el 9% nacional, tal y como informó González.
En comarcas como la Marina Baixa, la carencia de pediatras obliga a atender entre 50 y 60 niños diarios «en época no epidémica». En centros de salud como el de La Cala de Benidorm, la falta de especialistas ha llegado a juntar en consulta a once menores citados a la misma hora. Este es uno de los consultorios donde los médicos de familia, que no están especializados en medicina infantil, atienden frecuentemente a los niños ante la escasez de pediatras. En otros departamentos, como en Torrevieja, el porcentaje de médicos sin formación específica que prestan asistencia a menores se dispara hasta el 80 por ciento, según datos aportados por González de Dios.
La asociación regional celebra este fin de semana en el Hotel Meliá su vigésimotercer congreso, que este año versa sobre «Pediatría e Inmigración». Más de 1.000 pediatras de toda la región forman parte de esta sociedad que ha reunido en la localidad a unos 200 profesionales, durante dos días de conferencias, simposium, talleres prácticos y mesas redondas sobre la materia.
Es la primera vez que el colectivo analiza los conflictos de la inmigración en los centros sanitarios y cómo afecta la llegada de niños extranjeros al trabajo pediátrico. Se trataba «ya de una necesidad», destacó González, por el elevado porcentaje de inmigrantes de la provincia, lo que «implica que los pediatras necesiten una formación y actualización específica para esta problemática; no es lo mismo atender a un niño español que a un subsahariano, un latinoamericano o un asiático». La necesidad de «actualizar el calendario de vacunas» -ya que muchos menores extranjeros no están vacunados- y de «tener conocimientos sobre patologías importadas como el paludismo, la filariasis, el dengue y otras enfermedades infrecuentes pero que pueden ocurrir, por ejemplo hematológicas como las anemias», centran la labor del pediatra que ha de «actualizarse a nivel científico y social», añadió González. Otra problemática que presentan los niños inmigrantes son los «continuos cambios de domicilio y de pediatra, lo que hace más difícil su seguimiento médico», así como su concepción de la sanidad, ya que los extranjeros no europeos «no creen en la medicina preventiva, sino en la curativa» por lo que «una de las cosas más importantes es el aspecto socio-cultural, el tratar a los niños respetando su creencia y su concepción de la salud», agregó.
Los profesionales reclaman más formación ya que en la actualidad sólo existen algunos master generales de medicina tropical y esfuerzos particulares de organizaciones para dar cursos puntuales sobre inmigración para especialistas.
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