Hace poco más de una semana el islamista moderado Abdullah Gül, hasta ese momento ministro de Exteriores de Turquía, era elegido Presidente de la República laica turca. Así, de nuevo aparecían en Europa los fantasmas que buscan dificultar la adhesión del país otomano a la Unión Europea. Sin embrago, para algunos expertos la elección de Gül es el mejor ejemplo de un renovado compromiso turco con los 27. En esta línea se sitúa José Ignacio Torreblanca, Investigador Principal para Europa del Real Instituto Elcano .
Los ciudadanos europeos suelen ser bastante reticentes a la adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE). Los expertos señalan que la causa es el desconocimiento mutuo que existe entre ambas poblaciones. El profesor José Ignacio Torreblanca ha explicado, en una entrevista concedida a Informativostelecinco.com, que los recientes cambios políticos en aquel país refuerzan la apuesta por Europa.
El investigador Principal para Europa del Real Instituto Elcano asegura que, aunque la elección de Abdullah Gül como presidente supone un "riesgo interno para el país por la falta de consenso", de cara al exterior, -comenta- “el compromiso de adhesión se ha renovado y fortalecido. El Gobierno turco ha demostrado que la UE es “su principal prioridad de forma práctica con reformas constitucionales”. Torreblanca sostiene que la Ejecutiva turca sabe que la adhesión le permitirá realizar reformas internas necesarias y mejorar su posición en el escenario internacional.
El Ejército tiene un destacado papel en la política del país. Las Fuerzas Armadas tienen una sobrada tradición en golpes de Estado desde 1960 y ahora han lanzado una advertencia al nuevo Presidente, miembro fundador del partido gobernante, AKP, de corte islamista moderado.
Los avisos de los militares forman parte del juego de las negociaciones, más que una amenaza real. En España, que hemos vivido la transición hace poco, entendemos muy bien esta situación. No obstante, un golpe de estado es peligroso, es una amenaza creíble, pero tiene su límite. Si Gül se va, probablemente volverá en cinco años con más fuerza. Algunos sectores europeos no creen que la democracia pueda ser real en un país islamista… El mejor ejemplo de que islam y democracia son compatibles es Turquía. Si alguien quiere entrar en tu club es porque comparte algo contigo. A la UE le toca ver si son sinceros en su apoyo a la democracia y a los derechos humanos; hasta el momento han cumplido las exigencias de los 27 -en cuanto a minorías o torturas, por ejemplo-. En definitiva es una cuestión de tiempo. En 10 años, las intenciones se habrán convertido en hechos y entonces será cuando se tome la decisión definitiva sobre la adhesión.
Además, Torreblanca argumenta, a este respecto, que Europa fue un club protestante, antes que cristiano. “Las diferencias culturales, como ha demostrado el tiempo, no son eternas” añade.
Al tratar el asunto de la religión se hace imprescindible hablar del controvertido velo musulmán. Hayrunisa Gül, la mujer del presidente intentó en vano conseguir que el Tribunal Europeo para los Derechos Humanos levantase la prohibición de su uso en escuelas y universidades. La esposa del presidente, se cubre la cabeza con el velo musulmán. Este es un asunto muy polémico en Europa…R- Los turcos defienden el uso del velo desde los derechos humanos, desde la libertad y no desde la imposición del Corán. Eligen si llevarlo o no, desde su libertad. No es una imposición.
¿La inmigración es una cuestión preocupante o la llegada de mano de obra joven servirá para reforzar el sistema de bienestar europeo?
En España tenemos el mejor ejemplo para eliminar esa idea. Los españoles emigraron en los 60 y en los 80 volvieron. Además, ahora cada vez hay más europeos ricos que viven en nuestro país, tales como los británicos. Puede que en Turquía el proceso sea similar. Hay que valorar que la pobreza genera inmigración. ¿Cuántos turcos se marcharían de un país pobre y cuántos, que ya han emigrado, regresaría con un país con futuro dentro de la UE?
Los más de 70 millones de habitantes que tiene Turquía ha sido también una cuestión muy polémica. El profesor defiende que la solución pasa por una reforma en el reparto de poder en el seno de la Unión: “se trata de corregir la representación de grandes y pequeños”. Algo a los que países como Alemania se niegan porque perderían poder. Usted compara mucho a Turquía y España, ¿sus procesos de adhesión son similares? España podría ser un buen ejemplo a seguir para Turquía aunque las diferencias culturales e históricas son de innegable importancia. Ambos países, cada uno en su momento, se valen de la adhesión para lograr una modernización interna. Islamistas y laicos, las dos corrientes que dividen el país, saben que lograrán estabilidad en el seno de la UE.
Algunos analistas han comentado que la agricultura española podría resentirse con la incorporación de Turquía. ¿Comparte esta idea?
La economía turca va más allá de la agricultura. Sus industrias son muy importantes, es un país idóneo para inversiones extranjeras y además, mantiene un acuerdo de Unión Aduanera con la UE. Es España la que debe buscar nuevos proyectos y mercados. Nosotros apretamos a Alemania o Francia y ahora nos aprietan a nosotros, por eso hay que andar listos.
Las fronteras europeas cambiarían considerablemente, ¿podría ser peligroso?
Ser vecinos de Siria o Irán implica una mayor presencia en el mundo y también un escalón muy grande en asuntos de seguridad y renta más acentuado por eso sería necesario pasar de 27 voces a una sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario