sábado, 24 de noviembre de 2007

A la búsqueda del 'mosso' inmigrante

El inspector Rosell les ha dado plena libertad para decir lo que se les antoje. Aun así, permanecen tiesos como palos. Sonríen, pero con moderación. Se dirigen a todo el mundo de usted y muestran un hondo respeto por el uniforme, que ya consideran suyo. Juan José Ramírez y Kristin Schlag son alumnos novatos. Hace un mes iniciaron el curso de formación en el Instituto de Seguridad Pública de Cataluña. Si todo sale bien, el año que viene serán mossos d'esquadra. Y motivación no les falta.

Él, haitiano y ella, alemana, son una rara avis en la escuela de Mollet. Aunque poseen la nacionalidad española (requisito básico para ser policía), comparten su origen extranjero junto a otro puñado de jóvenes. Entre todos son 19. Pocos, si se compara con la cifra de aspirantes de esta promoción: 1.281. Y entre los agentes de la policía autonómica que están en activo, apenas 60 son hijos de inmigrantes o inmigrantes nacionalizados.

El Departamento de Interior busca acelerar la incorporación de nuevos colores de piel, acentos y sensibilidades a la policía catalana. Por eso lanzó, en mayo, una convocatoria de ayudas para participar en el Programa de diversificación social. La idea es sencilla: dar a los inmigrantes una formación suficiente para que puedan presentarse, con unas mínimas garantías, a las pruebas de acceso a los Mossos. "La policía ha de ser un reflejo de la sociedad, que es diversa", sostiene el director del Instituto de Seguridad, Carlos González.

El resultado de esta iniciativa, pionera en España, no ha cumplido las expectativas. Interior reservó 110 plazas, pero apenas se presentaron 45 solicitudes. Y la mayoría de candidatos no reunieron los requisitos, o no lograron superar las pruebas. De modo que sólo 18 personas asisten efectivamente al curso, que acabará en diciembre. "Es pequeño, pero es un primer paso. Quizá fuimos demasiado optimistas", subraya González.

Los responsables del programa no han tenido "demasiado tiempo" para elaborarlo. Para curarse en salud, la próxima convocatoria irá precedida de una "campaña informativa" dirigida a los alumnos de secundaria y a las asociaciones de inmigrantes, anuncia González.

Al margen de cuestiones técnicas, el coordinador del programa, Joan Navarro, ve otra razón de fondo: los recelos de una parte de los extranjeros. "En muchos países extracomunitarios, la policía es sinónimo de represión y de corrupción", argumenta. Una idea que comparte la Federación de Colectivos de Inmigrantes de Cataluña. "En los lugares de donde venimos, la palabra policía es mala, asusta", expone su secretario, el argentino Diego Arcos, quien no obstante ve "positiva" la medida para evitar conflictos. "La proporción de extranjeros aún es ridícula. Pero si un mosso saluda en árabe a un marroquí, la mitad de los problemas ya no aparecen", añade.

En la misma línea se expresa el presidente de la Asociación de Trabajadores Paquistaníes, Javed Ilyas: "Cuando vea a un policía de su país, el extranjero podrá hablar más tranquilo y explicarse mejor. Aunque eso no evitará los abusos aislados".

Con la incorporación de extranjeros, los Mossos d'Esquadra salen ganando, insiste González: "Ellos nos van a proporcionar un mejor entendimiento de los usos y costumbres de su comunidad. Y van a explicar cómo piensan y actúan sus compatriotas a los otros policías".

Por seguir los cursos, Interior ofrece a cada estudiante 285 euros al mes. Este incentivo económico desagradó a algunos sindicatos policiales y partidos políticos por tratarse de una medida de "discriminación positiva". González no lo ve así: "Les exigimos un requisito que el resto no tiene que cumplir: un conocimiento profundo de la lengua y la cultura de su país".

Entre los 18 estudiantes hay 4 chicas: tres magrebíes y una guineana. El resto son hombres de Pakistán, Líbano, Argentina, Marruecos, Rumania y la República Dominicana. Tienen entre 20 y 34 años y "unas ganas enormes de ser policías", cuenta Navarro. La mayoría ha nacido fuera de Cataluña y ven, en la incorporación a los Mossos, "una salida digna y una opción para integrarse".

Los profesores les enseñan lengua y cultura catalanas -el nivel B es otro requisito para acceder al cuerpo-, así como aspectos básicos de legislación. Dice el coordinador que son alumnos muy aplicados. "Nunca faltan. Se nota que quieren ser útiles para sus comunidades".Los aspirantes a mosso Juan José Ramírez y Kristin Shclag, en el Instituto de Seguridad Pública de Mollet del Vallès.

/ tejederas

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