domingo, 4 de noviembre de 2007

¿Qué hacer con la inmigración?

TODOS los expertos coinciden en que el fuerte crecimiento de la economía española en los últimos años no habría sido posible sin el flujo de inmigrantes que ha llegado a nuestro país. No se ha tratado sólo de poder disponer de una amplia mano de obra en sectores, como el de la construcción, donde la gran actividad desbordaba la exigua oferta de trabajadores nacionales. La inmigración ha aportado también una mano de obra barata lo que ha permitido reducir de manera importante los costes de producción y ampliar los márgenes de beneficios de las empresas. Muy recientes datos muestran que por el mismo trabajo los trabajadores inmigrantes cobran has un 16 por ciento menos que los nacionales y, además, el carácter eventual de sus contratos es mayor: el 93 por ciento de los contratos de los extranjeros apenas duran nueve meses con grandes incidencias detectadas por la Inspección de Trabajo en sus condiciones.

El reto es ahora ver qué salida se da a estos trabajadores inmigrantes, cuyo papel ha sido fundamental para el crecimiento económico del país, ahora que los sectores que los ocupan comienzan a dar muestras de ralentización e incrementan de forma clara sus índices de paro. Hay ya datos que aconsejan ir formulando una respuesta a la pregunta de ¿qué hacer ahora con la inmigración? La cifra de inmigrantes que cobran el paro en España ha crecido un 48% en los últimos doce meses. En Madrid y Andalucía se encuentran la mitad de los parados extranjeros. Por sectores, casi la mitad de los parados extranjeros corresponden al sector servicios con un total de 91.000 desempleados y le sigue la construcción con 40.467 parados inmigrantes.

Al igual que ocurrió con la emigración española a Europa en los años 60, el destino de muchos de estos parados inmigrantes deberá ser el retorno a sus países pero con sus correspondientes indemnizaciones y derechos económicos adquiridos por su tiempo de trabajo en España. Ese retorno con sus correspondientes recursos económicos debería jugar un papel dinamizador en la economía de los países de origen. Otra parte de la inmigración deberá ser asumida como parte de nuestra fuerza laboral sin hacer distinciones de ningún tipo respecto a los nacionales, especialmente a la hora de retribuir su trabajo.

Sería bueno tratar de evitar que el creciente paro entre los inmigrantes se convirtiera en problema económico y social. Debemos tratar de evitar tener que llegar a soluciones tardías, como la de la regularización de inmigrantes, que sólo muestra, la escasa capacidad de previsión de la que han dado muestras los distintos gobiernos, cualquiera que haya sido su color.

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