Es ya la comunidad con más proporción de población musulmana de toda España Más de 180 mezquitas y oratorios prestan servicio a los 200.000 seguidores de Alá La Policía teme que células radicales aniden en las cuatro provincias
Barcelona- Cataluña es la autonomía que acoge el mayor porcentaje de inmigrantes de toda España. La población total ascendía a 7.217.549 habitantes a 1 de enero de 2007, según los datos del padrón de la Secretaría para la Inmigración de la Generalitat. De ellas, 999.371 son de nacionalidad extranjera. Le sigue de cerca Madrid, con más de 800.00 foráneos, pero Cataluña parece que se consolida como uno de los destinos favoritos de la inmigración. Por procedencia, los marroquíes son, de todo el colectivo inmigrante, los más abundantes, ya que en enero había 198.896. Suponen el 19,9 por ciento de la población extrajera en Cataluña. A éstos le siguen los ecuatorianos -son el 8,4 por ciento-, los rumanos -el 6,3-, los bolivianos -el 5,3- y los colombianos -con un 4,5-, seguidos, en menor medida, por italianos, argentinos, chinos, peruanos y franceses, entre otros países.
Una particularidad de la comunidad musulmana es la de ser profundamente acogedora con sus compatriotas. Es por ello que este colectivo se agrupa por barrios y calles que van creciendo poco a poco con la incorporación de nuevos miembros. En el territorio catalán, las zonas de mayor concentración son el corazón de Barcelona ciudad -el barrio del Raval es un buen ejemplo-, en los alrededores de la Ciudad Condal -las poblaciones de L’Hospitalet de Llobregat, Badalona o Santa Coloma de Gramanet-, la provincia de Tarragona y algunas zonas puntuales de Gerona, según fuentes de la Guardia Civil.
La capacidad de acogida es positiva, pero no cuando por medio puede haber cuestiones fundamentalistas, momento en que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad se muestran ojo avizor. La reunión que el terrorista islámico Mohamed Atta mantuvo en Tarragona previamente a la comisión del 11-S hizo disparar todas las alarmas. Desde entonces se vigila muy de cerca la captación de personas, por parte de grupos salafistas, para formarse en zonas de conflicto bélico. Fuentes policiales consultadas aseguran que en Cataluña «se está produciendo la captación por parte de grupos principalmente radicales», aseguraron, añadiendo la problemática policial para detectar a una persona potencialmente peligrosa cuando ha llegado de forma ilegal a nuestro país -es decir, se desconoce su existencia-, y vive anónimamente en un piso patera con decenas de compatriotas.
«Hemos detectado y desarticulado células islamistas que normalmente se reunían en un piso y leían el Corán y analizaban vídeos de atentados. Así, poco a poco, se iban radicalizando», comentaban fuentes policiales, que apuntaron que «siempre que haya conflicto con musulmanes en cualquier país del mundo habrá proselitismo para justificar nuevas acciones».
Este proselitismo aparece, principalmente, en las mezquitas. En Cataluña hay, aproximadamente, unos 180 oratorios y centros de culto -ahora se le suma el recientemente inaugurado primer tanatorio islámico de Cataluña, situado en Barcelona-, cuyos imanes son elegidos directamente por los gobiernos, y su mensaje dependerá de su radicalidad. «Y es en las mezquitas donde se captan las limosnas -continuaron dichas fuentes-, pero también en locutorios y carnicerías musulmanas», que en el caso de Cataluña no son pocos. Y así crece, lenta y discretamente, el entramado integrista. En el caso del barrio del Raval de Barcelona pueden verse calles enteras copadas por establecimientos musulmanes, que también abarcan bazares, colmados, exóticos restaurantes y pintorescas tiendas de ropa. Sin embargo, los vecinos del Raval consultados por este diario tienen una percepción diferente de la situación. «No pensamos que Cataluña se está islamizando -comentaba Javier, un vecino de la calle Joaquín Costa-, sino que más bien se está “europadelesteizando”», un punto de vista generado, directamente, con la seguridad. «A mí no me produce temor ir al colmado de un paquistaní a comprar a la una de la madrugada una botella de leche, pero en cambio sí me provoca inquietud ver a un rumano que se pasa el día merodeando por la calle», explicó. Por el contrario, la Guardia Civil sostiene que el colectivo paquistaní es uno de los más radicalizados.
Óscar, un vecino de los alrededores del Museo Nacional de Arte Contemporáneo (MNAC), dibuja otra situación. «En el caso de los musulmanes, muchas veces he percibido que si regentan un establecimiento y se cierra el de al lado, inmediatamente lo compran», aseguró, cuestionándose «de dónde sale tanto dinero como para comprar o alquilar tantos locales, porque yo no puedo hacerlo».
Desde el 11-S se ha detenido en Cataluña a más de 40 personas relacionadas con el terrorismo islamista, siendo la más sonada la «Operación Lago», que culminó el 24 de enero de 2003 en Barcelona y Gerona con la detención de 16 islamistas pertenecientes al Grupo Salafista para la Predicación y al Combate, vinculado a Al Qaeda. El 14 abril de 2002 fue apresado en la misma población Ahmed Brahim como presunto responsable económico en España de Al Qaeda.
Otro frente importante de la fuerte presencia de inmigrantes islámicos en Cataluña se ha dejado ver en la polémica por las mezquitas. En Badalona se llegaron a recoger hasta 20.000 firmas para impedir la apertura de un nuevo templo. También ha habido roces en la población de Premià de Mar, donde en el año 2002 el Ayuntamiento hablaba de la aparición de una «fractura social» con el anuncio de construcción de una mezquita, que originó algunos actos vandálicos y manifestaciones, a favor y en contra. Sobre este caso, incluso el por entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, saltó a la arena con una frase que resumía su ideario político: «Nosotros somos tierra de acogida. Lo hemos sido y lo seguimos siendo, y al mismo tiempo, somos una tierra donde queremos conservar nuestra identidad como país, y por tanto tenemos que construir un país donde todos tengan cabida».
Políticamente es una cuestión espinosa, y la posición de la Generalitat de Cataluña a este respecto es buscar una inmigración ordenada, y terminar de ejecutar su Plan de Ciudadanía e Inmigración a desarrollar hasta 2008, que reconoce el «aumento de la tensión entre culturas» aparecido tras el 11-S, buscando construir una sociedad «plural y cohesionada».
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