Juristas admiten dificultades para aplicar una política migratoria efectiva y que contente a todos los actores
La Granda (Gozón), Mariola RIERA Son muchos los asuntos pendientes que la Unión Europea (UE) tiene por delante; el más inminente, la aprobación del tratado de reforma que otorgue a la institución cierto carácter político y defina claramente sus funciones. Pero entre las asignaturas pendientes y que con más necesidad hay que abordar, según los expertos, también se encuentra el desarrollo de una política europea de inmigración. Un asunto que concierne, sobre todo, a España, país que, según datos del secretario de Estado para la UE, Alberto Navarro, se ha convertido en los últimos seis años en el segundo del mundo -por detrás de Estados Unidos- que más inmigrantes recibe.
Celestino del Arenal Moyúa, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense, y Javier González Vega, profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Oviedo, abordaron ayer en La Granda el complicado y casi siempre polémico asunto de la inmigración, que ha puesto en jaque a Europa.
Uno y otro aportaron distintos puntos de vista y hablaron de los inmigrantes que llegan a España desde diferentes lugares de origen: desde África, González Vega; desde Hispanoamérica, Del Arenal. Ambos coincidieron, eso sí, en ver complicado dotar a la UE de una política de inmigración que satisfaga a todos los protagonistas implicados y que sea eficaz, que es lo que al fin y al cabo se persigue.
Javier González se mostró especialmente crítico con la política comunitaria de inmigración, cuya tramitación se ha iniciado recientemente con la presentación del primer paquete de medidas el pasado mayo. El profesor puso un ejemplo: la oficina del Frontex -destinado a vigilar las fronteras exteriores de la UE- se ha ubicado en Varsovia, bien lejos del Mediterráneo, entrada habitual de pateras. «La política de inmigración nace fracasada», añadió Vega, quien calificó el texto de «reactivo» al surgir como respuesta a un problema y no con el objetivo de prevenir con antelación. «Ha surgido forzada por el acontecimiento que supuso la marea imparable que se ha acercado a nuestro territorio en busca del sueño europeo, de la sociedad del bienestarÉ Y ello es consecuencia de la globalización: las parabólicas hacen llegar a los países africanos una imagen de riqueza y bienestarÉ Entonces, los más emprendedores en esos países cogen el cayuco e intentan llegar al sueño europeo», explicó.
Precisamente esa búsqueda del bienestar y de una vida mejor fue la que hizo que miles de españoles emigrasen en el siglo pasado a América del Sur, donde fueron recibidos con los brazos abiertos. Y esa solidaridad que mostraron entonces es la que ahora esos mismos países reclaman a España para que, en correspondencia, reciba a sus emigrantes.
Pero en el presente las cosas han cambiado, tal como expuso ayer Celestino del Arenal: «España no puede tener su propia política en materia de inmigración y establecer un criterio preferencial para los inmigrantes latinoamericanos, lo que preocupa a estos países». Del Arenal definió como «lógica para ordenar el flujo migratorio» la solicitud de un visado y otros requisitos, medidas que «han generado dificultades en las relaciones entre España y países de América Latina. Los españoles emigramos a allí durante muchos años sin problemas y ahora no entienden que no respondamos de la misma manera».
Medidas y más medidas que la UE quiere poner en marcha para controlar los flujos migratorios, entre ellas, incrementar el control sobre las empresas para impedir la contratación de ilegales. Pero esto, como expuso Javier González Vega, tiene sus inconvenientes: «Habrá un coste en el crecimiento, los beneficios se reducirán y se resentirá la economía. Hemos crecido a base de mano de obra ilegal, que permite ahorrar costes. Tanto un gran empresario como un particular que contrata a un ilegal en casa se verán afectados si el control es efectivo».
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