Hasta ahora no parece que haya habido un gran entusiasmo entre los trabajadores por prolongar su vida laboral. Las recientes ofertas económicas del Gobierno a los potenciales jubilados para que sigan en su puesto de trabajo, al menos a tiempo parcial, no han dado apenas resultados. Se han producido pocos casos, y generalmente entre los empleados de más alta cualificación laboral.
Sin embargo, el envejecimiento acelerado de la población, a pesar del refuerzo del colectivo inmigrante, es evidente. El gasto en pensiones contributivas da un buen bocado mensual a las arcas del Estado (este año un 6% más que en septiembre pasado), y eso que la dotación de las prestaciones de los 8,6 millones de jubilados es más bien escasa. Casi la mitad de las nuevas pensiones corresponde a jubilaciones anticipadas acordadas con las empresas, que prefieren rejuvenecer y reducir el costo de las plantillas en detrimento de la experiencia profesional y con el riesgo de un deterioro en la calidad del producto o del servicio.
Esta dinámica, por otra parte, no es ajena al resto de la Unión Europea (son varios los países cuyos jubilados tienen una edad media inferior a 63 años, nivel en la que se sitúa España). En previsión de lo que se nos viene encima, Bruselas -esta vez sí- pretende potenciar la entrada de inmigrantes de alta cualificación para poder mantener el engranaje tecnológico e industrial de los 27 dentro de unos años. Los extranjeros que llegan en la actualidad a la UE con titulación superior o con una estimable capacitación profesional suponen menos del 1% del total, mientras que en Estados Unidos, Canadá o Australia, esta cifra se multiplica por seis, ocho o diez.
La situación en España es aún más delicada, si cabe, que en el resto de la Unión, debido a la llegada masiva de inmigrantes atraidos por la bonanza económica impulsada desde la construcción y la agricultura, sectores que han ocupado una copiosa mano de obra poco preparada.
Tal vez ahora que la lenta desaceleración de ambas actividades está reduciendo la demanda de empleo poco cualificado en favor de la industria y los servicios, parece el momento adecuado para que el Gobierno, al margen de otras actuaciones, tome la iniciativa e intente hacer llegar flujos de inmigrantes bien preparados en función de ciertas necesidades productivas.
Sin embargo, el envejecimiento acelerado de la población, a pesar del refuerzo del colectivo inmigrante, es evidente. El gasto en pensiones contributivas da un buen bocado mensual a las arcas del Estado (este año un 6% más que en septiembre pasado), y eso que la dotación de las prestaciones de los 8,6 millones de jubilados es más bien escasa. Casi la mitad de las nuevas pensiones corresponde a jubilaciones anticipadas acordadas con las empresas, que prefieren rejuvenecer y reducir el costo de las plantillas en detrimento de la experiencia profesional y con el riesgo de un deterioro en la calidad del producto o del servicio.
Esta dinámica, por otra parte, no es ajena al resto de la Unión Europea (son varios los países cuyos jubilados tienen una edad media inferior a 63 años, nivel en la que se sitúa España). En previsión de lo que se nos viene encima, Bruselas -esta vez sí- pretende potenciar la entrada de inmigrantes de alta cualificación para poder mantener el engranaje tecnológico e industrial de los 27 dentro de unos años. Los extranjeros que llegan en la actualidad a la UE con titulación superior o con una estimable capacitación profesional suponen menos del 1% del total, mientras que en Estados Unidos, Canadá o Australia, esta cifra se multiplica por seis, ocho o diez.
La situación en España es aún más delicada, si cabe, que en el resto de la Unión, debido a la llegada masiva de inmigrantes atraidos por la bonanza económica impulsada desde la construcción y la agricultura, sectores que han ocupado una copiosa mano de obra poco preparada.
Tal vez ahora que la lenta desaceleración de ambas actividades está reduciendo la demanda de empleo poco cualificado en favor de la industria y los servicios, parece el momento adecuado para que el Gobierno, al margen de otras actuaciones, tome la iniciativa e intente hacer llegar flujos de inmigrantes bien preparados en función de ciertas necesidades productivas.
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