ACN Press
martes, 10 de julio de 2007
Fuerteventura/El Simposio Medios de Comunicación del Campus de Excelencia aborda desde la cara humana y personal del fenómeno a la perspectiva histórica de la misma y a la integración de los inmigrantes, un año después del estallido de la crisis de los cayucos que trajo a las Islas a 32.000 personas en los doce meses de 2006.
El simposio de Medios de Comunicación del Campus de Excelencia abordó hoy el fenómeno de la inmigración desde todos sus puntos de vista en una sesión con gran presencia de público que suscitó un amplio e interesante coloquio a su término. La presencia de cinco personas, tres de ellas periodistas y dos relacionadas con el fenómeno por su actividad profesional permitió contemplar un fenómeno que tan de cerca toca al Archipiélago, después de que en 2006 la cifra de llegados a las Islas a bordo de cayucos y pateras alcanzó las 32.000 personas.
La catedrático de Derecho Laboral de la Universidad de La Laguna, Margarita Ramos, abordó el fenómeno de la inmigración desde la "naturalidad de los fenómenos migratorios" durante la historia, pero que en estos momentos se ven indisolublemente unidos a los procesos de mundialización de la economía.
"El capital se mueve allí donde le es más ventajoso", dijo Ramos, que eso hace que los desplazamientos de capital generan también desplazamiento de recursos humanos. La catedrática recordó que para mantener los niveles de desarrollo económico, es vital para zonas como la Unión Europea la llegada de inmigrantes, hasta el punto de que necesitarán 20 millones de personas más hasta 2020 y hasta 50 millones más en los próximos 50 años.
Nicolás Castellano, jefe de informativos de la Cadena SER en Las Palmas y especializado en la cobertura del fenómeno migratorio, explicó al público de manera didáctica la evolución de la llegada de pateras y cayucos a Canarias, desde la primera embarcación con dos saharauis en 1994 en Fuerteventura a la llegada considerada como la ‘crisis de los cayucos' en el verano de 2006.
Castellano puso en cuestión, a raíz de sus numerosos viajes a Senegal y Mauritania, el hecho de que la culpa de la inmigración sea, como dicen los dirigentes políticos, que sean "las mafias de la inmigración", ya que éstas no son más que una familia que decide dejar la pesca y convertirse en intermediario a la vista de la gran cantidad de personas que llegan a la zona para partir en cayuco hacia Canarias. "Cuando se habla de la mafia organizada, hay que pensar que detrás de falso mito está el deseo de emigrar por razones económicas y por el interés personal de cada joven, al tener en su país unas posibilidades de trabajo y de desarrollo personal desastrosas".
Desde la Fundación Cultura y Paz, Ana Barrero puso el acento en la necesidad de abordar este fenómeno desde "el deber de la memoria", al recordar que no hace tantos años los españoles emigraron hacia Europa para mejorar su situación o que incluso hubo una gran emigración dentro de España. Ahora que España ha pasado a los países desarrollados, "quizás podamos comprender mejor a los inmigrantes y tengamos con ellos una actitud de apertura y solidaridad para convivir juntos", y más ante el hecho de que vienen a España y realizan los trabajos que no quiere realizar la población local.
Barrero abogó por conocer bien África y a los africanos para prescindir de perjuicios, consiguiendo que sean "ciudadanos plenos" con todos los derechos, y consideró que los medios de comunicación deben mostrar más "el fenómeno en su conjunto", no sólo los cayucos y las pateras sino los ejemplos reales de integración por parte de la gente que ha llegado. "Estaría bien que nos recordaran que son noticia por la excepción, y hay que humanizar el asunto conociendo la realidad", sentenció Barrero.
Por otro lado, la jefa de Sociedad de la cadena de televisión Cuatro, Paloma Tortajada, planteó su presentación como un ejercicio de autocrítica en el papel jugado por los medios de comunicación. Desde el uso de lenguajes como ‘avalancha masiva' al hecho de que desde las redacciones de Madrid se quite importancia a un fenómeno que les queda lejos. "Los periodistas cometemos muchos errores al abordar la inmigración", desde el olvido de los inmigrantes una vez ya han sido noticia (el ejemplo es que hoy mismo quedan aún 23 personas del Marine I en el puerto de Nouadhibou, en Mauritania), al uso principalmente de las fuentes oficiales y el poco contacto directo con los mismos inmigrantes.
Tortajada advirtió de la peligrosidad del discurso xenófobo que puede resultar al citar la procedencia en un titular de una persona que haya cometido un delito, y celebró que también se den informaciones positivas de la inmigración, como su contribución al crecimiento económico o del crecimiento de la natalidad. "El punto geográfico del mundo donde la sima económica es más profunda es en Canarias con su vecina África", dijo Tortajada, que recordó que hay que ver este fenómeno no con el punto de vista que los inmigrantes "vienen a España", sino que "huyen de su país".
Por último, el corresponsal de El País y delegado de Canarias7 en Tenerife, Juan Manuel Pardellas, puso junto a Castellano el tono humano al fenómeno de la inmigración, con una presentación en la que, con casos personales, de nombres y apellidos, familiares y amigos, trasladó a la sala del Campus el drama de la inmigración.
Pardellas contó el caso de los ocupantes de un velero que se encontró con once inmigrantes fallecidos en las Islas de Barbados, en el Caribe, después de morir de hambre y sed, y explicó su experiencia en Senegal, en la zona de Cassamance, para encontrar a los familiares y amigos de los ocupantes de ese barco que perseguía la esperanza y encontró la tragedia.
En ese caso, 49 jóvenes de Senegal contactaron con el propietario español de un velero en Cabo Verde para realizar la travesía hacia Canarias, por la que cada uno pagó cerca de 1.500 euros. En Barbados, sólo se encontraron once cuerpos, ya momificados tras meses en alta mar. La publicación de estos reportajes en El País, dijo Pardellas, ha permitido abrir una investigación hacia la persona que organizó el viaje que acabó en horror.
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